Siempre seguirán allí, escondidas, acechándonos... para sorprendernos y darnos el "golpe de gracia" cuando más debilitados estemos.
La mejor manera de enfrentarlas es detener un momento el tren de nuestra vida y preguntarle de frente a ese mounstruo que llamamos crisis, cuatro preguntas básicas:
- ¿Qué cosa quieres mostrarme acerca de mí?
- ¿Cómo puedo resolverlo?
- ¿Con qué herramientas cuento?
- ¿Qué tipo de herramientas adicionales necesito?
Frente a las situaciones difíciles de la vida, no esperes que nadie haga por tí lo que tú tienes que hacer.
Cuando una crisis no está bien sanada, se nos instala la culpa o el dolor. "la culpa" es el enojo con nosotros mismos, "el rencor" es el enojo con los demás.
Los dolores son inevitables, las crisis son muchas veces inevitables; pero el sufrimiento también se elige. Si deseamos quedarnos atrapados en un dolor eso es una decisión muy propia.
Lo importante no es el suceso, sino la respuesta que tengamos ante él.
Con el tiempo he aprendido a pulir mi propio concepto de Vida; hoy en día la puedo comprender como un Arte. Disfruto a conciencia y plenitud de lo que me gusta, y de lo que no... he aprendido a "digerirlo". Me dí cuenta que cuando la disfrutamos sonreímos, y cuando no resulta todo como deseamos pero hemos aprendido a "digerirla", nos llenamos de un poco de paz. Y estando en ese estado de paz, precísamente es donde he encontrado las respuestas adecuadas para resolver mis propias crisis.
Concienciando que nada en esta vida es seguro ni temporal, que nadie es dueño de nada, ni clon de nadie. Sólo entonces podemos asumir este concepto: Lo que se trata es de no aferrarnos a las seguridades, sino aprender a fluir mientras estemos bien, para que no nos afecte tanto cuando nos toque vivir a la intemperie.
¡No puedes seguir permitiendo que nadie más que tú, haga tu exámen! porque de esa forma siempre serás un ignorante y un debilucho de la vida; nunca aprenderás a enfrentar tus propias situaciones y a resolverlas bajo tu propio criterio; porque es muy probable que te mantengas quejando toda la vida porque el resultado no fue de tu entero gusto.
Tu tienes el deber y el derecho a ser el capitán de tu propio barco; a dirigirlo, enfrentando todas las tormentas hasta llegar a mares calmos. A sentir finalmente la satisfacción que tú has sido -eres- el protagonista de tu vida y nó un "extra" segundón.
Hay algo clave en todo esto de las crisis:
"Dejar ir el pasado, soltar los miedos del futuro y no apegarse a los problemas del presente".
Hasta el próximo encuentro..
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