
Un sueño es un pensamiento...una nube blanca en el horizonte de un día hermoso y soleado, que en nuestra imaginación toma infinitesimales formas y colores. Cuando a alguno de estos sueños no logramos hacerlos realidad, simplemente es porque no le pusimos acción y el amor necesario para concretarlo.
Cuando ponemos nuestras esperanzas en un deseo tangible y al cabo de un tiempo no vemos resultados, debemos analizar en que hemos estado fallando, posiblemente el camino que tomamos para tratar de alcanzarlo no ha sido el correcto. Mientras más alto a nuestras posibilidades sea el objeto del deseo, mayor esfuerzo debemos ponerle y mayor tiempo debemos invertir en ello.
Cuando estamos seguros qué es lo que queremos obtener, eso o aquello en que invertimos buena parte de nuestra energía diaria, el pensarle, añorarle, o el suspirar por eso, no tendrá muchos efectos sinó canalizamos los pasos a seguir para obtenerlo y le ponemos la acción necesaria.
Cuando no estamos claros con lo que deseamos obtener, estaremos dando tumbos hacia todos lados, y nunca iremos a ninguna parte por mucho tiempo. Algo así como si pretendiéramos hacernos a la mar sobre un bote sin saber a donde queremos ir...sin una bitácora y sin una brújula; de esa forma le estamos entregando en bandeja de plata nuestro destino, a la peligrosa diosa del azar.
Pero lo más importante antes de DESEAR obtener algún resultado o enfocarte en una META, debes estar SEGUR@: ¿ES ESO REALMENTE LO QUE TE CONVIENE?
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